El vocablo español doctrina proviene del verbo latino docere, doctum (enseñar, enseñado); así pues, de acuerdo con su etimología, doctrina tiene el sentido de enseñanza. El significado inicial de dicho vocablo se
ha ido ampliando hasta significar:
• Opinión o conjunto de opiniones de un autor.
• Afirmación o sistema de afirmaciones, de orden teórico, que se enseñan como verdades.
• Teoría o conjunto de enunciados que, organizados sistemáticamente, se presentan como solución para algún problema.
En el presente estudio, el término doctrina se tomará en el tercero de los sentidos; por consiguiente, desde este punto de vista, las doctrinas, de cualquier índole (jurídicas, biológicas, etcétera), siempre se elaboran con el propósito de ofrecer soluciones para algún problema. De lo anterior se desprende que la naturaleza de una doctrina depende de la naturaleza que posea el problema que busca solucionar. Las teorías o doctrinas presentadas por Einstein son físicas, y las formuladas por Pasteur son biológicas, porque los problemas que ellos atacaron son físicos y biológicos, respectivamente. En conclusión: las doctrinas filosóficas se elaboran con la pretensión de solucionar problemas filosóficos.
Los problemas filosóficos
¿Cuáles son los problemas filosóficos? Es casi imposible dar una respuesta porque, al parecer, no hay uniformidad entre los filósofos acerca de cuál sea el objeto o campo de estudio de la filosofía; sin embargo,
revisando las distintas aportaciones de esos filósofos, encontramos las siguientes afinidades:
• Los problemas de que se ocupan han sido de inquietud constante; por ejemplo, los que se refieren al ser, la existencia, el sentido de la realidad, el valor de la vida, etcétera.
• Los problemas que les interesan son básicos, de manera que su explicación nos permite entender varios aspectos del Universo en general o, por lo menos, de un determinado campo.
Tomando en cuenta dichas afinidades, podemos decir que los problemas filosóficos tienen las siguientes características:
• Se han mantenido constantes en el decurso de los tiempos como problemas, no como soluciones.
• Se refieren a aspectos fundamentales del Universo en general o, por lo menos, de un cierto dominio.
• Son universales, es decir, pretenden ayudarnos a que tengamos una concepción general del mundo y de la vida.
Las características anteriores diferencian los problemas filosóficos de los científicos. Estos últimos carecen de universalidad, pues su solución no afecta la totalidad de los campos, sino exclusivamente a uno; por ejemplo, a lo físico, a lo biológico, etcétera. Además, los problemas científicos son verificables, en caso de pertenecer a las ciencias experimentales y, si se formulan dentro de una ciencia deductiva, son demostrables mediante una derivación lógica rigurosa, partiendo de axiomas, teoremas y reglas de inferencia. Una tercera característica es que dichos problemas no se refieren a la esencia misma de los seres afectados, sino solamente a fenómenos observables. Ejemplo de problema científico: ¿En qué dirección se ejerce la fuerza
gravitatoria entre dos cuerpos? En oposición a los problemas científicos, los filosóficos siempre pretenden abarcar una totalidad, directa o indirectamente; no son verificables y se refieren a propiedades trascendentales, o bien, a aspectos esenciales o fundamentales. Ejemplos de problemas filosóficos: ¿Qué es
la vida? ¿Qué es el tiempo?
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